La continua emisión de imágenes y contenidos en la sociedad multipantalla actual se ha convertido en un hábito que muchas veces pasa desapercibido ante el ojo humano. Pese a la emergencia de múltiples medios, más y menos recientes, la televisión continúa centrando la mirada de jóvenes y mayores al tiempo que difunde, de forma intencionada o no, contenidos que determinan el comportamiento y opinión de la audiencia, independientemente de su edad o su nivel cultural.
En este contexto, Elena Anaños de la Universidad Autónoma de Barcelona realiza un interesante estudio titulado “La tecnología del «EyeTracker» en adultos mayores: cómo se atienden y procesan los contenidos integrados de televisión”; un trabajo novedoso que podemos leer en el número 45 de la Revista Comunicar y que trata de analizar cómo los adultos mayores, en comparación con los jóvenes, atienden y procesan la información que aparece simultáneamente en la pantalla.
Hoy en día la población más y menos joven posee diversas destrezas tecnológicas y cognitivas que, sin embargo, no suponen diferencias notables en cuanto al procesamiento de contenidos e imágenes. En la sociedad tecno digital donde el ojo humano visualiza una ingente cantidad de estímulos, los adultos procesan menos información publicitaria aunque mantienen un comportamiento similar al de los jóvenes ante la programación y la publicidad. Estas afirmaciones resultan cuando menos llamativas, especialmente en un momento en el que los publicistas trabajan de forma laboriosa e incansable para llegar al público de modo efectivo. Pese a la rápida y sofisticada evolución del mercado publicitario, los mayores la ignoran sin importarles la cadena o la marca del anunciante; esto justifica la necesidad de un giro sustantivo en el caso de la publicidad no convencional que, para ser recordada y cumplir con su cometido: venta de valores, ideas y productos, debería aparecer durante más tiempo y con un tamaño superior.