Para ver la revista, aquí.
Esta vez son mis padres protagonistas de la portada de la Revista Comunicar. Ya utilizamos esta foto en otra ocasión, en un mural, y cuando José Ignacio Aguaded me pidió que hiciera esta portada con esa imagen no lo dudé. Era estéticamente un reto, emocionalmente un honor y familiarmente un homenaje a ellos. Mis padres, Enrique y Margarita, me iniciaron en el cine, mi padre me buscaba en un cine por todo Logroño cuando me perdía en una sesión, programa doble, en la que por una peseta podías estar viendo la mismas películas hasta que alguien se acordaba de ti y te sacaba, a veces con regañinas, del arte cinematográfico.
Fue mi padre quien, cuando volvía del cine, me preguntaba, con pelos y señales, datos de la película que había visto, y si tenía un fondo histórico me ayudaba a buscar en libros y enciclopedias, lo que había de verdad o ficción en ellas. Si había viajes, en el Atlas me hacía buscar lugares y recorridos. Lo mismo hacía con mis lecturas. Lo que a mí no me gustaba en aquello momentos me convirtió ya de adolescente y de mayor, en un investigador de lo que hay detrás de los contenidos del cine, y al fin y al cabo, en un espectador crítico. Con mi madre y mi padre viví el rodaje de «Calle Mayor», de Bardem, de la que se filmaron bastantes secuencias en Logroño.
A mi madre le debo mi primera cámara de fotos, de baquelita, con un solo botón, que había que hacer las fotos mirando el sol y todo el mundo salía llorando. A instancias suyas me la regaló mi abuela María, su madre, que me la trajo de Marruecos, donde ella vivía, y donde se podían conseguir esas maravilla, imposibles en la España gris del franquismo.
Mi padre me trajo de Alemania, a donde fue por temas relacionadas con su profesión, la primera cámara buena que tuve, una Agfa Isolette, con clichés de seis X seis, de fuelle, que me permitió constuir artesanalmente mi primera ampliadora.
A mi padre debo la afición por el dibujo, él era un gran dibujante, pero me exigía demasiado… me ayudó a tener clases de dibujo y, aunque no le supero en dibujo, ni mucho menos, me pude expresar con el dibujo, la viñeta y el garabato. También le debo mi formación matemática. A mi madre le debo parte de mi capacidad comunicadora, era gran comunicadora y conferenciante que trasmitía solidaridad y valores, ya fueran sus contertulios niños o mayores, analfabetos o académicos… Varios del Grupo Comunicar la conocieron.
¡Qué menos que esta portada de homenaje y cariño! Gracias a José Ignacio por proponerlo.