La comunidad universitaria está triste. A pesar de este caluroso mes vacacional de agosto, nuestros cimientos emotivos y académicos se han tambaleado estos días. ¡Nos dejado Mariano, nuestro querido maestro!
Nunca tuve personalmente la suerte de otros muchos de recibir lecciones suyas en las aulas pero me empapé de sus textos que fueron referencia durante muchos años de la comunicación en este país. Nadie escribía tanto y tan bien como él en los más diversos temas y mantuvo su vocación escritora hasta sus últimos días…
Ha sido una antorcha, el faro de vigía de muchos discípulos que veíamos en él no solo un magnífico universitario, sino también una excelente persona capaz de escuchar y admirar la labor de los demás.
Recuerdo que en mi primera experiencia de docencia como profesor en un Master en la Universidad Complutense un sábado por la mañana bien temprano estaba él allí en primera fila, fui a saludarlo reverencialmente para agradecerle la deferencia de ir a saludarme un día «no lectivo». Cuál fue mi sorpresa cuando me dijo que se había levantado ese día porque quería participar como alumno en mi seminario y venía a escucharme toda la mañana. Aun recuerdo cómo me puse a temblar, pero lo que disfruté de su presencia, de su sabiduría y de su saber estar. Aquel día definitivamente descubrí que era posible ser una eminencia desde la humildad más inteligente, llegar a la cima oteando siempre las llanuras… fue una auténtica lección de sabiduría que aun sigue latiéndome. ¡Gracias maestro!
Me gustaría también comentar que Mariano ha sido siempre uno de los grandes impulsores del proyecto Comunicar. Nos animó desde el inicio y creyó en esta publicación cuando otros la miraban de reojo y con cierta envidia. Prueba de ello han sido sus muchos años de Asesor Científico, pero especialmente su empuje, su motivación y su entusiasmo permanente, proponiendo temas, escribiendo artículos, difundiendo la revista por aquí y por allá… Coordinó magistralmente el número 33 sobre «Cibermedios» abriendo nuevos canales para la comunicación, como siempre hizo en su dilatada carrera académica.
Ha sido Catedrático desde 1983 en la Universidad Complutense y Catedrático Emérito de esta Universidad, pero ante todo ha sido ¡una buenísima persona y un magnífico y excepcional Maestro! Mariano, estás en nuestro recuerdo y en nuestras vidas. Seguimos aprendiendo de ti.