Pues sí, hoy es 31 de julio y he dicho adiós a la Facultad.
Estoy cercana a la “fatiga mental”. Sí, esa sensación de monotonía, de hipovigilancia… de saturación mental; noto como disminuye mi eficiencia funcional, como es peor la relación esfuerzos/resultados y aumenta la frecuencia de los errores, etc… me siento agotada.
Nunca como el presente año ha sido necesario reunirse y trabajar tanto en el mes de cierre del curso; pero “todo pasa y todo llega…“ y ahora pienso en otros escenarios (playas, viajes, mi Cáceres…) relacionados con el descanso y la convivencia amistosa y familiar.
Se necesita y se recomienda salir de las exigentes solicitaciones –plazos, proyectos, riesgos, incertidumbres– que demanda el trabajo profesional; es importante un cambio de actividad que facilite el sosiego necesario para redimensionar la tarea y la propia la existencia. Saber despegarse periódicamente de esos reclamos contribuye a relativizar la importancia material de lo que hacemos. Los psicólogos subrayan la necesidad del periodo vacacional para desconectar de la rutina y hacer acopio de fuerzas de cara al próximo curso.
Pues me voy a cargar las pilas. ¡Ustedes lo pasen bien! Y todos tengamos unas ¡Felices vacaciones!
